Cuando la idiosincrasia de un pueblo no se sustenta sobre valores, principios o empatía, sino sobre la envidia, los dimes y diretes, la ojeriza, el rencor, el caciquismo, la riqueza o el poder, siembran la desconfianza, la división y el malestar general.

Iba a contestar de forma contundente a una persona  que de forma altanera, arrogante y prepotente me habló  estas vacaciones en el pueblo pretendiendo censurar lo que yo escribía en mi página Web, pero como no quiero enfangarme en discusiones que me pondrían a su nivel, solo le dedico una frase, sin inquina, ni antipatía, ni odio, ni rencor, al contrario de lo que ella hizo: "la soberbia es un defecto que suele afectar a los que de repente se encuentran con una miserable cuota de poder, lo que les hace mostrarse insolentes y con cierto orgullo que surge de la ignorancia y la prepotencia de creerse mejor que los demás. Y como he dicho en anteriores citas: De la persona humilde, sensata y juiciosa, solo sale generosidad y bondad, de la soberbia y prepotente solo puede salir, odio, daño y maldad. Dicho queda, y no habrá mas mención por mi parte a tal desagradable y desafortunado episodio. Tan solo recordarle a esta persona que existe un derecho recogido en la Constitución, que es el "derecho a la libertad de expresión" y que coaccionarlo o censurarlo conlleva responsabilidades penales, entre ellas la de "inhabilitación para cargo público".