EL FIN DE LA SEDUCCIÓN

 

Vivimos en un universo frío, la calidez seductora, la pasión de un mundo encantado, es sustituida por el éxtasis de las imágenes, por la pornografía de la información, por la frialdad obscena de un mundo desencantado, por un apetito sexual desencarnado, orgásmico y vacío, donde el solitario voyeurista narcisista ocupa el lugar del antiguo seductor apasionado.

Seducir es, abolir la realidad y sustituirla por la ilusión en el juego de las apariencias, pero la seducción ha pasado a segundo plano en nuestras relaciones amorosas.

Buscamos conseguir mejor y mas placer, pero solo como una forma de liberar tensión a través del orgasmo y la eyaculación,  buscamos la unión sexual en vez de la fusión de dos cuerpos, sin saber que al prescindir de la previa seducción nos perdemos mil sensaciones por el camino, y por eso quedamos siempre insatisfechos, vacíos, porque perseguimos algo instintivo y pasajero, en vez de la sensación que une y perdura: el amor.

Ahora que hemos perdido el habito de las relaciones personales y recurrimos a ligar y relacionarnos por Internet, estamos perdiendo el rico lenguaje corporal, sonde  salen a flor de piel todos los sentimientos y aspectos de la persona y los sustituimos por algo frío y cibernético, donde se alojan el aburrimiento, la falta de emoción y el desencanto, donde solo prima una meta: el poder ligar y tener relaciones sexuales. Que triste

Mientras el hombre busque una vagina y la mujer un pene, es innegable que hemos condenado al amor a algo puramente mecánico, reduciéndolo a una básica necesidad humana, sin trascendencia alguna, como comer, dormir o respirar.

Todo se ha reducido a sexo, instalándose en nuestra cabeza todo lo que tenga relación con el mismo, que nos conduce con la practica a caer en el desinterés, la inercia y el aburrimiento. De ahí que necesitemos buscar otra amante que llene el vació causado y todo esto por practicar el sexo de forma compulsiva y mecánica, quedando atrapados por la única finalidad que tiene el sexo: garantizar la reproducción de nuestra especie.

Sin embargo en la mayoría de nuestros encuentros sexuales, además de buscar el placer, también buscamos el cariño, la intimidad y la conexión sexual y amorosa que nos lleve a sentir la culminación del sexo, no solo como un orgasmo, sino como un éxtasis.

Porque  casi nunca lo conseguimos? Porque nuestros encuentros sexuales están condicionados por la excitación y el placer sexual mediante el coito, porque no buscamos fusionar dos almas y cuerpos mediante la sublime sensación del amor, sino a través de un pene y una vagina, confundiendo amor con sexo, y porque este  solidifica la realidad hasta degradarla, y disolverla  en el aire a ritmo de vértigo.

Y cuando analizo los efectos del sexo de la cultura occidental, todo parece estar imbuido de un materialismo concreto, vano y decadente. Paradójicamente, la transformación de nuestra psique en este aspecto de lo moderno a lo posmoderno, expresado en una lógica neobarroca y obscena (porno) de lo real después de la orgía, es lo que nos conducen a lamentarnos incansablemente por la ausencia de ilusión y encanto, en lugar de estallar en una nihilista carcajada nietzscheana.

Si para culminar el sexo, solo pensamos en usar nuestra vigorosidad, fuerza e iniciativa, en vez de armonizarlo con la suavidad, ternura, delicadeza y receptividad, nunca conseguiremos complementar a los amantes de tal forma que se fusionen en uno.

Y, me diréis, ¿que tiene que ver esto con la seducción? La seducción no busca  conseguir un único fin como meta: el sexo, sino amplificar mil sensaciones que nos perdemos cuando reducimos el acto a algo puramente mecánico, sin utilizar preliminares, imaginación y creatividad alguna, algo que requiere su espacio y tiempo, muy lejos del aquí te pillo, aquí te mato.

La conexión amorosa solo se conseguirá si los amantes sacan todo el potencial que acumula la sensación del deseo amoroso, mediante la mirada , el lenguaje del cuerpo y su complicidad, todo ello rodeado de ternura, dulzura, esperanza e ilusión. Solo así nuestra sensibilidad adquirirá  nuevas sensaciones, que nos hará descubrir sensaciones y placeres que permanecían ocultos por la obsesión de realizar el coito con el único fin de excitarse y obtener el placer sexual, separándolo del anímico.


fenix