En los siglos pasados, fue conocido como el Monasterio de Santa María de Nogales. Lleva arrastrado un larguísimo rosario de abandonos, expolios, olvidos y hasta robos denunciados y resueltos, como los de un bañezano que se llevó un arco para decorar su bodega. Los restos, aún impresionantes, revelan su grandeza pasada. El monasterio se haya enclavado a la orilla del río Eria en las cercanías del municipio de San Esteban de Nogales, provincia de León. Las primeras noticias que se tienen del monasterio se remontan a 1149 cuando el Rey Alfonso VII de León (El Emperador) donó al noble Vela de Gutiérrez y a su esposa Sancha Ponce de Cabrera la Villa de Nogales en pago a los servicios prestados. Una vez recibido el pago, el matrimonio donó a su vez la Villa a la abadesa del Monasterio benedictino de San Miguel de Bóveda, situado en Orense con el fin de que la orden benedictina construyera un monasterio en las tierras leonesas. El intento de creación de este primer monasterio fue fallido y a la muerte de Vela Gutiérrez en 1160 las monjas devuelven el monasterio inacabado a la viuda.

Posteriormente en 1164 Sancha de Ponce decide donar el monasterio inacabado al Monasterio cisterciense de Santa María de Moreruela.  Los monjes cistercienceses de Moreruela terminan de edificar Santa María de Nogales con la ayuda de múltiples donaciones. El monasterio estuvo habitado hasta 1836, cuando fue exclaustrado durante la desamortización de Mendizábal. A partir de ese momento comienza su abandono y decadencia hasta llegar al estado actual.
Comenzamos nuestra nuestra ruta  adentrándonos a la aventura. Desde su interior apenas podemos apreciar sus dimensiones debido al deterioro de sus muros y a la maleza que se acumula en su interior.

 

 

 

 

 Diversos objetos encontrados en su interior