Se han vendido y traicionado los principios de la revolución socialista y ha provocado que el neoliberalismo ciego e incontrolable, cree antagonismos infranqueables que  nos conducen al abismo y posiblemente a otra guerra, mucho mas cruenta y sanguinaria que la anterior.

Cuando los principios en los cuales siempre hemos creído, con los que nos hemos comprometido, han sido denostados, han ocasionado que nos pleguemos servilmente  a las mentiras, e intereses de la oligarquía financiera, cuyo único objetivo es la explotación salvaje de los trabajadores para aumentar los beneficios del capital.

Y de esta forma hemos amparado la farsa de la democracia actual, que no es sino un régimen, donde anida la corrupción, la mafia y especuladores se enriquecen, los jóvenes se someten a las exigencias del patrón, creando diferencias abismales entre ricos y pobres, se dispara el paro, la pobreza, la mendicidad y en consecuencia, la delincuencia, creando situaciones  de abusos e injusticias, donde se explota despiadadamente a los débiles, a los desheredados y a los pobres de la tierra.

Cuando los gobernantes ya no defienden la causa de los explotados y oprimidos, la causa de los pobres, el mundo y la sociedad se impregna de INJUSTICIA y se pudre el espíritu de la revolución, una revolución que estaba basada en la libertad, justicia, igualdad y progreso.

Mientras el poder de gobernar y administrar justicia social esté en manos de la oligarquía económica del país, existirá una sociedad oprimida, explotada, que discrimina, margina y condena  a los colectivos mas pobres de la sociedad, a los que está sumiendo en la miseria, mientras una élite privilegiada acapara el patrimonio,  cuyas consecuencias son crear  riqueza para unos pocos, para aumentar la pobreza de muchos.