VESTIGIOS DEL PASADO

REMINISCENCIAS DEL FUTURO

La lograda  espiritualidad del ser humano se ha entendido como un logro en la balanza del equilibrio  y elevación mental como meta hacia  la equidad y la armonía, creando un mundo concebido por el ingenio, pero la balanza esta  sufriendo un  acusado  desequilibrio,  miramos menos a la luz y mas hacia el suelo, nos afanamos por las cosas mundanas, somos mas materialistas y vanidosos, y sufrimos una regresión sintomática, que nos acercan mas a las formas primarias de nuestros orígenes, a un pasado cuyas aspiraciones eran cubrir las necesidades básicas, alimento, techo y vestido.

En consecuencia el ser humano esta perdiendo su estimación y entereza, al alejarse  de ese conocimiento  que le acercaba a las estrellas y le alejaba de un mundo que solo es materia, polvo, vanidad, nada, conformándonos con una existencia insulsa que se reduce a nacer, comer, sufrir, copular, envejecer y morir y siempre la misma rueda. Que sentido tiene?

Por desgracia parece que hemos llegado de nuevo hacia el fin del empuje ascensional de la evolución humana, siendo incapaces de desprendernos de las raíces  del árbol terrenal y  alcanzar la liberación espiritual

El maravilloso don de la palabra fue la semilla del progreso y evolución del ser humano, don que esta retrocediendo en aras de la tecnología y automatización. Este don bien empleado es capaz de mover montañas y transformar el mundo. Pero el hombre todavía no ha aprendido  a emplear su potencialidad y si lo pierde, al igual que los primates, su evolución no solo  se detendrá sino que  regresara a sus orígenes.

¿Donde están esos sabios, escultores, artistas y orfebres? Una civilización con rumbo equivocado y,  en pleno retroceso, esta destruyendo los símbolos mancomunales, que sirvieron para conformar una sociedad y un mundo en progreso tanto en el plano material como espiritual.

 Hoy estamos ensuciando sus creaciones hundiéndonos en el fango del deseo sin freno, el vicio y la vanidad y con un único objetivo: asegurar nuestra supervivencia, en el mejor de los medios, para disfrutar todo lo posible de nuestra existencia material.

¿Y luego que?  Luego, morir, dando fin a una existencia absurda, y que no tiene sentido. ¿Entonces? Entonces si no miramos  “más allá”,  no somos nada. En la línea  infinita  que traza la eternidad, hace millones de años que no existimos. Nuestra vanidad es tan grande, que sobrecoge hace llorar.

La superación de esta fatalidad, solo la lograremos en la coeternidad común de una existencia en el seno de una sociedad  avanzada, donde los espíritus superiores guíen  nuestro espíritu en el seno de un mundo superior alejado del dolor, la miseria terrenal y la muerte.

Solo cuando empecemos a caminar por las latitudes del espacio y recorramos los senderos de las estrellas, entraremos en el jardín maravilloso de la inmortalidad.

fenix

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