Debemos partir de la idea de que las amas de casa no hacen sus labores, " trabajan"
Este colectivo del que tan poco se habla, merece un especial respeto. Siempre faenando en silencio, sin nadie que observe y aprecie su constante, dedicación y trabajo y, esa soledad como algún tipo de amor no correspondido, sufre en silencio la abnegación y el olvido.
Las amas de casa, las que nunca reclaman compañía, las que en su soledad se sienten acompañadas, las que prefieren ignorar sus desalentadoras tristezas. Como se van a sentir solas, si no tienen ni un minuto para dedicar a ellas mismas? Siempre animosas, no se dejan abatir por la enfermedad y el desánimo. Parece que más que amas de casa, se han transformado en sirvientas.
Los días atiborrados de trabajo en su propia casa, sin tiempo apenas para cuidarse, para reflexionar un momento. Siempre hay alguna tarea que hacer, un niño que cuidar y todos los días la misma rutina, hasta que un día caen enfermas y un ángel piadoso se las lleva al cielo.
Desde la ilusión primero de la boda, del hogar, de la casa, al vivir desviviéndose, sin queja alguna, porque todo lo hacen para el esposo y para sus hijos. Y así un día tras otro, hacer, deshacer y rehacer. Limpian, cocinan, friegan, vuelven a cocinar y a servir y fregar, limpian y vuelven a limpiar y, lo mas triste, nada es duradero, ni agradecido, ni considerado, ni pagado. Y sin embargo nadie les concede mérito alguno.
Quien las admirará? Quien reconocerá su abnegado y silencioso esfuerzo?. Parece como si lo suyo fuera algo natural y obligado, como si hubiesen nacido para hacer eso y no supieran hacer nada más. Hoy un porcentaje (todavía pequeño) de mujeres, ha conseguido emanciparse y tener su trabajo fuera del hogar, compartiendo las tareas de casa con su pareja, pero existe todavía un gran colectivo que sufre la esclavitud de su propio hogar. Yo considero que es el trabajo mas sacrificado y el menos estimado. Y desde aquí propongo un galardón, como reconocimiento social del trabajo en el hogar familiar.
Algunas ante la falta de elogio y entusiasmo a su tarea ,van cayendo presas del cansancio, la pereza y la tentación de abandonarlo todo, porque la vida que soñaron no era esta y ven como a su alrededor transcurren otras vidas mas afortunadas, mas glamorosas que la suya, mas brillantes y empiezan a soñar de nuevo.....pero a pesar de todo algo las llena de orgullo.
Ahí está su casa, su marido y sus hijos, y es suficiente para levantarle el ánimo, porque piensa que no todo ha sido en vano. Su sacrificio incesante y total durante toda su vida, momento a momento, con abnegación en favor de otros seres, las hace dignas del mayor respeto y elogio. Por eso, los hijos y el marido, nunca deben hacerla sentir sola, como quien anda solo a lo suyo, porque se merecen el cariño, la consideración y el agradecimiento. Porque ellas ya no aspiran a ser sino a tener.
Quien desprecia a una madre, a una esposa, es un ingrato que no merece ningún trato. Nunca debemos dejar que sientan el amargo proceso de la desilusión, no se lo merecen, porque no son las madres las que tienen que aparecer haciendo felices a sus hijos -porque eso ocurrirá siempre- sino a los hijos esforzándose por hacer felices a sus madres, pues ellas no solo ponen el trabajo sino que además son:
gestoras de economía doméstica: cubren control de costes,
control de compras, evaluación de ofertas, gestión de recursos,
reutilización de equipos, retenes, gestoras de formación, jefas
de equipo, ect.
Y el problema es que lo verdaderamente importante es lo
INTANGIBLE: la educación, la protección, el amor, el cariño
Por favor, no hablemos de sueldos, NO HAY DINERO PARA PAGARLO
JUSTAMENTE. Además, el amor no se paga.
Creo que debemos poner a las madres en el pedestal que les
corresponde, lo que una madre da, nadie más lo puede dar.
“Dedicado a todas las madres y amas de casa."
fenix